Creer o reventar



La verdad que no sé en qué estaba pensando cuando sonó el celular. Seguramente en alguna boludez, como de costumbre.

Era mi hermana. Me sorprendió porque no es de llamarme seguido, como casi todos lo que me conocen y saben de mi fobia al teléfono. 

Su tono de voz era mitad misterio mitad curiosidad.

- Necesito que me cuentes lo que le pasó a Jota la semana pasada. Algo escuché durante el té en lo de los viejos pero quiero que me lo cuentes bien.

-¿Por?

- Después te digo, vos contáme.

- Ok.

Y le conté.

El jueves mi mujer estaba en el living con mi suegra, una de mis cuñadas, y el bebe recién nacido. También estaba Jota, mi hijo de dos años, seguramente haciendo alguna cagada por ahí, para variar.

Dicho y hecho, Jota se apareció mojado de pies a cabeza, chorreando agua y dejándole una simpática marca al piso de parquet inmaculado de mis suegros.

Lo primero que pensó mi mujer fue que se había duchado vestido, pero fue el baño y estaba seco. La manguera de afuera era la segunda opción, pero la fue a chequear y estaba cerrada al mango, imposible de abrir para alguien tan chico.

La única opción que quedaba era la pileta, aunque no podía ser porque tiene dos entradas y las dos estaban cerradas con candado. Pero se acordó que había una tercera entrada, que se accedía atravesando el cuarto principal y saliendo por la puerta ventana.

La huella de charcos efectivamente iba directo hacia esa tercera entrada. La puerta ventana estaba abierta y la huella terminaba en el borde mismo de la pileta.

Un par de datos hace más inverosímil aún la posibilidad de que se hubiera metido. Primero, no sabe nadar. Segundo, no hace pie en ningún lado. Tercero, la pileta no tiene escalera.

Pero el pibe se metió. Y salió. Lo primero se explica, lo segundo no. Misterio total.

Largo silencio del otro lado del celular. Mi hermana sólo atinó a largar un par de balbuceos casi imperceptibles. Hasta que pudo volver a hablar sin abandonar ese tono de voz tan particular.

Me contó que ese mismo día del episodio, no sabe por qué se acordó de la tristísima historia de un primito nuestro que murió ahogado hace muchos años. Y que le pidió al Barbas que a ninguno de nosotros nos tocara vivir algo así o que nos diera la fuerza necesaria para afrontarlo de la mejor manera posible. Y que, pensando en la edad que tenía nuestro primito cuando tuvo el accidente, repasó mentalmente cuál de sus sobrinos andaba por esa edad: Jota

Silencio largo, esta vez de los dos lados del celular. No me acuerdo cómo terminó la conversación ni cómo pude mantenerme parado por lo que me temblaban las piernas.

Creer o reventar.

Mujer 4x4




El arranque imprevisto lo sacude de sus pensamientos infantiles y lo obliga a aferrarse fuerte al asiento. Cuando su madre concluye la arriesgada maniobra, el niño no puede más que preguntar: "ma, todos esos autos en la fila para cruzar la barrera estaban antes que nosotros, ¿por qué los pasamos sin esperar nuestro turno?".

Ella no responde y sube el volumen del mp3. Ella es una mujer 4x4 y no tiene que dar explicaciones a nadie por esa y otras arrogancias.

La cita es en una zona transitada pero ella no se tomó el trabajo de salir con tiempo suficiente. Porque es una mujer 4x4 y siempre encuentra un lugar para estacionar.

Apaga el motor, pone balizas y se baja. De nada sirven las quejas del dueño del garaje por dejar la camioneta obstruyendo la salida. Son sólo cinco minutitos, relajá, le responde sin darse vuelta y al ritmo de la musiquita que activa la alarma.

Los cinco minutitos fueron veinte, y la recibe un coro de insultos de quienes no pudieron salir ni entrar al garaje. Con gente tan histérica nuestro país nunca va a salir del pozo, es el único pensamiento que les dedica ella, una mujer 4x4.

Llega a su casa y hace un par de llamadas para organizarse porque hoy tiene que ir a la fundación "comamos al menos una vez al día", que ella dirige. La fundación ayuda a personas de bajos recursos. Allí fue donde conoció a su actual empleada, que trabaja en negro y con el mismo sueldo desde hace seis años. Una auténtica mujer 4x4.

Prende la tele y se escandaliza porque en el noticiero todo es inseguridad. Habría que matarlos a todos y empalar sus cadáveres durante tres días para escarmiento del resto de los delincuentes, piensa mientras pone tono académico y le habla a la mucama sobre la falta de políticas públicas para reinsertar en la sociedad a esa pobre gente que sale a delinquir porque no tiene para comer. La mucama plancha y hace que escucha. No sabe de qué le habla.

Se hace la hora de ir a buscar a los chicos al colegio. La entrada es un caos de autos que van y vienen pero a ella no le importa, porque es una mujer 4x4. Se mete de contramano por la salida y enfila directo hacia el sector donde un cartel indica que no se puede detener. Las señas del hombre de seguridad le parecen una exageración pero ante su insistencia le hace un gesto inequívoco de "si, ya se, levanto a los chicos y me voy". Pero una llamada inesperada al celular le hace olvidar donde está y se trenza en una profunda conversación sobre los objetivos estratégicos que debería tener la fundación en el siguiente semestre. Los bocinazos, cada vez más ensordecedores, la obligan a terminar abruptamente la charla porque ya ni puede escuchar a su interlocutora. Pero qué impaciencia, no se puede vivir tan estresado. Los chicos no tardan mucho en salir pero la demora viene porque tienen que moverse más de diez autos para que ella pueda incorporarse al circuito que ideó el colegio para agilizar la salida. Un sistema que para ella es muy poco práctico y que no hace más que complicarle la vida a todo el mundo.

De regreso a su casa, pasa a toda velocidad por un quiosco de revistas y ahí se acuerda de que le falta la última Sophia. Como ya no habrá otro kiosco en el camino, clava los frenos sin mirar por el espejo retrovisor y sin prestarle la menor atención al vuelo que dan los dos niños que iban en el fondo. Balizas y marcha atrás por la avenida atestada de autos. Otra vez los histéricos que se prenden a las bocinas y ella que se toma su tiempo para chequear que sea el último número, contar las monedas, controlar el vuelto y recordarle al quiosquero que todavía le debe el encuadernado de los fascículos de historia universal.

La mujer 4x4 transita el resto del día meditando sobre el ritmo infernal que hoy guía la vida de la sociedad. Le pide a la empleada que le prepare un te y reflexiona sobre la necesidad de bajar un cambio y tomarse la vida con calma, sin mirar tanto lo que hace el de al lado. Toma un sorbo y deja la taza por la mitad. Agarra el celular y llama a su vecina que vive pegado a su casa en el country para sacarle el cuero a la que vive del otro lado. Una auténtica mujer 4x4.

Que no se note


Duele en el orgullo cuando nos toman por idiotas. Porque no es sólo bronca sino también decepción, por sentirnos tan menospreciados en nuestra capacidad de discernimiento.

Ahora resulta que una de las cadenas de supermercados más importantes que hay en nuestro país es una defensora acérrima del equilibrio ecológico universal. Y por eso nos cuenta una triste historia donde un pobre leoncito cae víctima de la inescrupulosa actitud del hombre, que contamina todo lo que tiene a su alcance.

Además de reconocer implícitamente que la empresa usó un producto contaminante durante mucho tiempo y recién ahora se da cuenta, el aviso es casi una afrenta a la inteligencia de cada uno de nosotros por pretender hacernos creer que el verdadero motivo de no entregar más bolsas es la preocupación genuina por no dañar el medio ambiente.

Lo de si hay crisis que no se note es para todos.