En Tigre pero jugándola de visitante


El tipo está nervioso. Parece que se acaba de fumar hora y media de cola para subir a la lancha colectiva pero no pasó por boletería.

El pica boletos no quiso cobrarle en la lancha y lo mandó para acá. Y el tipo ahora se encuentra con que también hay una multitud para sacar boleto. Y está convencido de que no tiene que hacer fila otra vez.

No opinamos igual todos los que hace dos horas nos venimos bancando la baranda de los que le huyen al jabón. Y entonces saltamos como violeta cuando el flaco amaga saltearnos a todos.

La posibilidad de alguna que otra escena de pugilato me levanta un poco.

El flaco se sabe contra las cuerdas y se las agarra con el pobre boletero. Pela tono de ofendido y le bate que deberían ponerse de acuerdo porque afuera le dicen una cosa y acá adentro otra. Y que si no hacen algo, la cosa va a degenerar y va a terminar con todos a las trompadas.

- Todos a las trompadas no. No te confundas. Acá el único que va a cobrar sos vos.

Kanghai el Mongol es un playmobil al lado del dueño de la amenaza. Y ahí nomás nos prendemos todos, total si el flaco reacciona tiene que pasar primero por el hurso y ahí la queda seguro.

- A fumarla, papá!

El grito sale casi a una sola voz mientras le señalamos el final de la cola que ni siquiera podemos ver de tantas vueltas que da.

Malevo y Little J miran todo muy divertidos. Los borregos se sumaron a la patriada de recurrir al transporte público fluvial porque en la chata del suegro no había más lugar, y no daba sobrecargarla porque la prefectura está más rompe huevos que nunca.

Los mexicanos que están justo adelante de nosotros también se ríen, chochos de poder llevarse un cuento divertido. Es lógico, Argentina no es México. Para ellos es mucho más novedoso contar la pelea ridícula entre unos macacos que se estresan hasta cuando salen a pasear, que hablar sobre un par de turistas empalados y decapitados por guerrilleros narcos.

Tardamos dos horas en llegar a la ventanilla. Un trámite. Ya se hizo la hora de la lancha y entonces le pregunto al amable boletero si todavía hay tiempo de llegar al muelle antes de que salga. Que sí, pero que corra.

Salimos que no nos dan las gambas.

Little J no puede aguantar el ritmo vertiginoso y medio que se rinde. Lo agarro bien fuerte de la muñeca y lo arrastro flameando entre un mar de gente mientras el Malevo hace gala de una cintura prodigiosa -heredada de ya sabés quién- para esquivar obstáculos.

Fin de semana en Tigre junta más bichos que una lampara prendida a la noche en el medio del campo. Bichos que nos invaden cada siete días como plaga descontrolada.

Bichos a los que quiero preguntarles qué carajo le ven de reparador y terapéutico al show de amucharse y hacer fila hasta para tirarse un pedo.

Avanzamos entre los bichos. Y hay de todo.

Hay señoras obesas que calzan jean deshilachado cortado a tijeras, musculosas ajustadas que hacen parecer de ciento cuarenta lo que no tiene más de ciento veinte y ojotas que no pasan del milímetro de espesor. Señoras que tienen como hobby abofetear y putear a sus hijos cada vez que se les alejan un par de metros.

Bichos.

Hay grupos de emos vestidos de negro pero bien negro y tatuados hasta las encías. Tipos que disfrutan haciéndose agujeros por todos lados en una especie de carrera frenética para ver quién se chanta un piercing en el lugar más doloroso.

El Malevo se frena en seco para mirarlos y yo dejo que los mire unos segundos, a pesar del apuro. Quién te dice, capaz que me ahorro la ida a Temaiken.

Bichos.

Hay también turistas del norte de Europa que portan un enorme signo de interrogación en la frente. La desorientación de estos muchachos es total. Turistas seguramente empomados por alguno de esos impresentables engominados que contaminan la calle Florida vendiendo paseos por el delta y entradas para una gaucho party. Turistas que capaz ayer pagaron cinco gambas por pera para morfar berreta viendo a dos muertos de hambre que intentan hacer dos pasos de tango seguidos. Hoy los enhebraron con un paquete más caro que navegar por Venecia.

Bichos los estafadores.

Hay parejas con gorra, pelo atado y gafas oscuras. Parejas que medio se esconden y no levantan la vista. Parejas de trampa, ni hablar.

Bichos no tan raros.

Llegamos al embarque y el pica boletos alcahuete me bate que Little J también tiene que ponerse con el pasaje.

- No, pa, tiene cuatro.

- Pagan desde los cuatro inclusive.

- No.

- Sí.

- No, desde los seis. Si querés te traigo el cartel que está pegado en la boletería.

- Dale, flaco, pasá que me estás demorando la salida.

- Cuando se descomprima un poco la cosa fuera de joda date una vuelta por boletería y mirá el cartel.

La lancha se llena en cinco minutos. Todavía hay gente en la fila pero acá no entra ni Peter Crouch. Los hacen entrar igual y el nivel de sofoque llega a un punto casi limite cuando una pierna grasosa y chivada se me pega como ventosa. Hago un movimiento torpe para alejarla pero la gamba vuelve a la carga y se me pega peor. Lo miro feo al dueño de la gamba, onda qué necesidad de hacernos tan amigos, pero no acusa recibo.

Bichos.

El chofer de la colectiva tiene que rebuscarselas para no aburrirse haciendo siempre el mismo recorrido. Entonces se divierte pasandole fuerte y bien cerca a un kayac que hace lo imposible por mantener el horizontal.

El remero primero le hace palmas para abajo para que le afloje un poco. Ni bola. El remero se saca y los manda a la recalcada cosa de su madre.

El chofer le hace media sonrisa a su acompañante, el pica boletos alcahuete, y chocan falanges celebrando la jodita.

Bichos.

Una hora a la deriva hasta que vemos aparecer el muelle y nos bajamos de un salto.

Tremenda jornada en la isla del suegro, con chapuzón en el río y dorado a la parrilla como parte del menú.

Tremenda jornada porque en la isla no hace falta repelente.

9 comentarios:

  1. un poco de acido para esta aburrida tarde de martes no viene mal.... gracias jpp!

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  2. JPp vos te tenes que mudar al campo!! asi no te cruzas con NA-DIE, jajajaja!!

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  3. Mucho, pluma venenosa, muuuuchoooooo!!! jaja

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  4. JUAJUAAAA!!!! MUY BUENO JPP!!!

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  5. Un bicho escribiendo JPP sabelooo!! jeje

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  6. yo solía llamarlos "domingueros", pero me parece que tu descripción también sirve! jaja!
    la verdad que los que fuimos en la chata del suegro mirabamos a toda esa gente haciendo cola y pensabamos, "pobres pibes"... pero disfrutandolo bastante!

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  7. JPP qué identificado me sentí con el remero!!! Estoy bondiberos acuáticos son peores con los del 60!

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  8. Tenes una fijación con los muchachos que se ganan la vida en la calle Florida!!! no es la primera vez que te leo darles con un caño... igual por suerte no trabajo en el centro!!!!
    Muy bueno el cuento eh!

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  9. Y mas bicho que todos... JPP !!!!

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