Nos vamos para arriba

La consigna era clara: fiesta de quince de la hermana de la protagonista de la película. Mi prima, que era una de las directoras del film, nos había mandado un SOS por mail porque había que conseguir extras para llenar el salón y hacia allá fuimos. Esa era nuestra máxima aspiración: ser un relleno elegante. Pero el destino nos tenía preparada una sorpresa.

Llegamos bastante puntuales, a pesar de lo complicada que puede resultar la logística donde hay que meter seis adolescentes en un auto.

La lista era de lo más variopinta.

Flopi y Titi confirmaron presencia apenas recibimos la invitación, y se lookearon como nunca antes en su vida. Lo mismo Isita, amiga de Flopi.

Enseguida se sumaron Marina y Vicky (amiga de Titi), que también sacaron a relucir un look fatal, que nos refregó en la cara lo poco que nos falta para comprar una escopeta y pasar al papel de guardabosques.

Gonzo, divertidísimo, también se anotó al toque y pudo sortear los obstáculos de vestimenta. Convengamos que el pibe está de vacaciones en Buenos Aires, con pilcha de vacaciones, y no había forma de que su bolso incluyera ropa de etiqueta. Pero el tipo resolvió  combinando camisa de Tati con saco de quien suscribe, cuatro o cinco talles mas grande.

La lista la completaba Benja, que a último momento se había querido bajar pero fue convencido de lo contrario. Una eventual deserción habría sido el peor error de su vida. La pilcha la resolvió con un saco de Tati, que combinó con un jean gastado, zapatillas blancas y camisa a rayas afuera del pantalón. Un langa total.

Apenas entramos al predio, nos mandaron a un salón gigante, donde amablemente nos ubicaron en unas mesas. Había unas gaseosas y golosinas para amenizar la espera.

Al toque apareció una señorita que nos tomó los nombres a cada uno. "Es para los créditos que aparecen al final de la película".

Uau! Ya nos creíamos Brad Pitt. Sobre todo yo, por el parecido físico.

En eso estábamos cuando apareció otra chica y lo señaló a Benja, que se dio vuelta para asegurarse de que lo estuvieran llamando a él.

"- Vos, el rubio, vení conmigo". Y desaparecieron de nuestra vista. Enseguida hicieron lo mismo con Flopi e Isita.

El resto nos quedamos mirándonos las caras. Y picando algo.

Resultó que Benja había sido elegido como uno de los cuatro amigos del alma de la quinceañera. Flopi e Isita fueron las hermanas de la protagonista y compartieron con ella la mesa principal.

Marina, Titi, Vicky y Gonzo fueron ubicados en una mesa cerca de la principal. La completaban un par de perfectos desconocidos.

A mí me tocó ser una especie de extra suplente. Me pusieron en una suerte de living que se había armado afuera, con mi hermana Lupe y su marido, que también se subieron a la movida. Todo lo que tenía que hacer era mantener una charla animada con la gente que había allí. A ver si nos entendemos: a mí me pueden pedir que haga jueguito con una numero cinco, que escriba en una computadora, o que hasta me anime a tirar un paso wachiturro. Pero mantener una charla animada?? Y con gente desconocida???. En fin, todo sea por un pedacito de fama.

El que la tuvo que transpirar fue Benja, la estrella impensada. El pibe tenía que pararse junto con los otros "amigos del alma" de la piba, caminar entre las mesas hasta donde estaba la niña leyendo su discurso y ayudarla a prender una vela. Y no tuvo problemas en hacer cuarenta y siete veces la escena ante el pedido de repetición de una exigente directora de cámara.

En una de esas escenas, a Benja le pidieron que sacara su celular e hiciera que estaba chateando sin importar que su amiga del alma estuviera en medio de su emotivo discurso. “¿Tiene que ser MI celular?”, llegó a preguntar Benja mientras tímidamente mostraba un Nokia de la época colonial. Fue entonces que le di mi iPhone y me sentí un poco más protagonista. Y como para darle realismo a la escena, desde el teléfono de mi cuñado le mandé un par de mensajes de texto: “acá dicen que sos de madera actuando”, “acomodáte el jopo que te están haciendo un primer plano”, y otros.

Mientras se sucedían las escenas, el bagre empezó a picar que daba calambre. La producción se apiadó de nosotros y nos invitó a servirnos unas deliciosas empanadas, que no tardaron en ser devoradas por la masa hambrienta.

Después del corte me llegó el momento. La cámara y el resto de los equipos se mudaron afuera porque tenían que repetir las mismas escenas pero desde el deck donde estábamos nosotros. Fueron momentos de emoción intensa. Después de disponer de nosotros como si fuésemos muñecos de torta (“vos vení acá, ponete así, levantá un poco la mano, parate sobre la línea, hacé que hablás de negocios”), todo lo que quedó en limpio fue una escena en donde se me filmaba de atrás, a lo lejos, y en donde sólo se veía una parte de mi hombro derecho. Es lo que hay, qué se le va a hacer.

A todo esto se hicieron casi las dos de la matina. Seis horas filmando para una escena que, según la producción, no duraría más de dos o tres minutos. Con la tropa ya cansada más el reclamo de algún padre ansioso por el regreso de su niña, pedimos las disculpas del caso y nos escabullimos del lugar.

Yo les diría que aprovechen estos meses para pedirnos autógrafos. Después va a ser más difícil porque tendrán que competir con una platea que coreará nuestros nombres y se sacará los ojos por una foto o una firma. En principio la película se estrenaría en Argentina a fines de diciembre. Atentos.