Una experiencia sociológica casi paranormal

 


Ayer publiqué mi camioneta en Marketplace de Facebook.
Había olvidado que meterse ahí es una experiencia sociológica que merece ser estudiada científicamente para buscar oportunidades de mejorar la especie.
Me explico.
Si pones 25 fotos, te piden fotos.
Si pones el precio, te preguntan cuánto pedís.
Si pones la cantidad de kilómetros, te preguntan cuántos tiene.
Si avisas que no aceptas permutas, te ofrecen un semirrígido o un tiempo compartido.
Si aclaras que el precio es en dólares, te preguntan si es en pesos.
Y así.
Llega un momento en que me rebalsa el tanque y me olvido que mi objetivo es vender la camioneta.
Y entonces me voy al pasto.
Me preguntan si tomo permuta, respondo que sólo cuando me duele la cabeza.
Me preguntan si soy titular, respondo que por lo general voy al banco.
Me preguntan si me sirve la mitad del precio publicado, respondo si le sirve la camioneta sin ruedas, ni batería ni asientos.
Me preguntan si sólo vendo, respondo que regalarla también es una opción.
Me preguntan si realmente estoy interesado en venderla (porque tardé más de 1 minuto en contestar su mensaje), respondo que en realidad estoy haciendo un experimento para eliminar a los impacientes de la faz de la Tierra.  
Me bautizan Juan Carlos, respondo “el de los calzones cortos y los huevos largos”.
El noventa y ocho por ciento me manda a la mierda.
El dos por ciento restante también.


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