Domingo en el puerto es para matar a alguien


Little J venía pidiendo un poco de exclusividad y por eso encaramos para el puerto de frutos un domingo. Hace años que no iba un domingo y van a pasar otros cuantos antes de que vuelva.

La excusa era ver qué onda un placard para el cuarto de los pibes, porque estamos tratando de darle alguna lógica a un reducto que parece Kosovo.

Nos fuimos a gamba porque la última vez estuve a dos minutos de cargarme a un trapito que me pedía cinco mangos atrás de una pechera que decía "Coordinador de tránsito". Sólo por calzar esa pechera se merecía dos martillazos en la cabeza.

Enfilamos para el boliche de muebles. Me atendió un denso y durante los primeros quince minutos me la pasé tirándole centros para que se avivara de que yo no era un turista de esos que se piensan que por comprar en el puerto están comprando barato. No quería ser víctima de estos inescrupulosos que te empoman con productos autóctonos que si mirás bien les encontrás la inscripción de made in China.

Por eso le hablé de dos fabricantes de Carupá que son clientes de mi suegro y que me habían recomendado ese boliche. Le hablé también de Chelo, el único que vende fruta en el puerto de frutos y de quien soy gran amigo porque más de una vez me hizo un flete. Vi colgado un banderín de Tigre y entonces le dije que aguante el matador que nos quedamos en primera.

Después de esos quince minutos en los que Little J me tiraba de la manga porque estaba hinchado las bolas se las huevadas que yo decía, el flaco me dijo que no conocía a nadie porque era de Mar del Plata y había empezado a laburar diez días antes.

Encontré finalmente el placard que a Tishei le había gustado y le pedí al flaco que me presentara al dueño del boliche, así le hacía el laburo fino para sacarle algún descuento.

El dueño era un crack. Un tipo divertido que desparramaba onda de la mejor y que conocía a mi suegro y que conocía al Chelo y que era hincha de Tigre. Bingo.

Otros quince minutos de chamullo para terminar llevándome el placard a precio turista y lrpmqlp.

Pasamos a saludar a Chelo porque lo conozco posta y Little J me miraba fulero como diciendo todo bien con Chelo pero dejémonos de joder que tengo hambre.

Había un señor que vendía empanadas que llevaba en una mega bandeja, medio haciendo equilibrio y asegurando que estaban calentitas recién saliditas del horno. No se veía ningún horno cerca porque el chabón estaba en el medio de la calle entre negocios de antigüedades, pero había que creerle. Las empanadas tenían buena pinta pero Little J no quiso saber nada.

Nos mandamos entonces a un puestito de panchos y nos atendió un flaco con la jeta que no le quedaba un solo espacio para un grano nuevo. Mirá que yo de pendejo tuve granos pero a éste parecían crecerle pornocos adentro de otros pornocos.

Little J no podía sacarle la mirada de encima y yo no sabia cómo carajo distraerlo. Al final lo conseguí acompañando el pancho con unas fritas, una coca, otro pancho y un push-pop, que vendría a ser un chupetín, de mierda pero con marketing, que roza los diez mangos. Me cago en Discovery Kids.

Little J ya parecía satisfecho pero guardaba en la manga un último reclamo, la manzana acaramelada con pochoclos.

Me vino entonces a la cabeza el simpático recuerdo de cuando fuimos de pendejos a un circo, en La Cumbre. Circo de señoras exhibiendo su celulitis atrapadas dentro de unas bikinis XS, y de leones que se alimentaban a base de perros que la pendejada llevaba a cambio de una gaseosa.

Me acordé del pibito que se paseaba por abajo de los asientos levantando los palitos que tiraban los que ya le habían entrado a la manzana acaramelada. El pibito se los llevaba al señor puestero que así como llegaban volvía a insertarlos en otra manzana. Un amor el reciclaje.

Me acordé de todo eso con un poco de idea pero se la compré lo mismo. Crea anticuerpos, diría mi cuñada Sofi.

Con el borrego bien pipón emprendí la retirada. El pibe que apareció en ese momento me hizo acordar enseguida al gordito malcriado que entró con Willy Wonka a la fábrica de chocolate. Andaría por los cinco o seis o pirulos, no más.

El pendejo quería un chocolate gigante y los papis le decían que si sumaba un golosina mas iba a dolerle la pancita.

El escándalo que armó el gordito era para darle mínimo dos días de calabozo.

No había forma de calmarlo. Estaba como poseído y gritaba como si se hubiera agarrado un huevo con el cierre.

Hasta que de golpe se calmó y cambió la estrategia en el aire.

- Les prometo que si me lo compran no les rompo más las pelotas.

Lo agarré a Little J del brazo y me rajé rápido para no sacudirle al gordito un coscorrón que habría terminado en bochorno.

El gordito me sacó casi más que las dos horas entre tanto turista. Y el desquite lo sufrió el pobre señor de las empanadas, que seguía asegurando que las empanadas estaban calentitas. Las mismas empanadas de hacía dos horas.

Le compré una sólo para demostrarle que no estaba ni calentita ni recién salidita del horno. Y se la devolví. Y medio que me puteó. Y medio que le puse cara de orto. Y medio que Little J me miró con gesto de no cazar un fulbo.

Congelé la cara de culo hasta cruzarnos con el coordinador de tránsito. Después todo bien y nos volvimos.





.

13 comentarios:

  1. No será mucho el martillo pedazo de hdp???

    ResponderBorrar
  2. juajuaaaa!!1 muy grafico lo de los pornocos...

    ResponderBorrar
  3. jajajajaaaaa!! Espectacular!!

    ResponderBorrar
  4. que asquete pluma nunca mas una manzana con pochoclos!!!!

    ResponderBorrar
  5. eso te pasa por querer aprovecharte de tu suegro! ¡felíz día Papi!!

    ResponderBorrar
  6. Escuche por ahi que little Jj daba muchas vueltas para elegir la comida y que vos le dijiste vayamos al grano ... y ahi se armo el quilombo !!!
    ya se es malisimo...

    ResponderBorrar
  7. coordinador de transito17 de junio de 2011, 1:32 p.m.

    5 mangos es tarifa vieja ya estamos por los 8 o 10 mangos depende la zona ... a los locales les podemos hacer hasta un 10 de descuento ... te esperamos en breve por el puerto o por donde puta sea que estaciones el auto!!!!

    ResponderBorrar
  8. no puedo cree que fuiste capaz de comprarte una empanada, y seguro que con la misma mano te cobro!
    Pero el placard fue una buena elección!!!

    ResponderBorrar
  9. tRemendo!!! pluma simpatica sos vos, jajaja!

    ResponderBorrar
  10. pobre señor de las empanadas. Al menos cocina para vivir, no como los chorros con el trapito que no te dejan usar la vereda....

    ResponderBorrar
  11. ¡Muy bueno! Hoy me DESPERTARON llorando de risa por esta historia... no era para tanto (para despertarme), pero está muy bueno el cuento ;-)

    ResponderBorrar
  12. Le compraste el pushpop??? al final terminasta siendo un malcriador como todos!!!! jeje

    ResponderBorrar