La ventana fue de papá



El pibe estaba instaladísimo y totalmente convencido de que nadie lo movía de ahí.

Calzaba unos auriculares gigantes conectados al celular y un justin beeber al mango en cualquier momento le perforaba los tímpanos.

El pibe había agarrado la revista del avión y simulaba una lectura atenta y de lo más concentrada. El pibe no tenía ni diez años.

Me paré en seco en el pasillo y me convertí en una especie de dique para esa marea de gente que avanzaba desesperada buscando su asiento. Algo me putearon porque les hice perder esos segundos clave que te ponen en riesgo de no conseguir lugar para el bolso de mano. Es que hoy cuesta conseguir un hueco porque la gente se zarpa con los bultos que lleva arriba. Les da una paja tremenda el tramite de buscar el equipaje cuando llegan al aeropuerto y entonces mandan todo arriba.

Miré al pendejo, miré a la madre. Ninguno de los dos se dio por aludido y no me quedó otra que ser un poco más explícito.

- El pibe está en mi asiento.

La madre se apuró en decirle que se corra y que cómo se había sentado en un lugar que no era el de él. Como si hubiera sido toda idea del pendejo, cachafaz.

El pibito dudó un toque pero se animó. Y le mandó a la vieja que no se iba a levantar porque había llegado antes que el señor.

Fue como si un torrente de ácido sulfúrico me subiera hasta la cabeza en menos de cinco segundos, mientras el pendejo se daba vuelta como dándole un corte al asunto y la madre me decía con un gesto que el niño se había pronunciado.

¿Señor? ¿Señor??? El pendejo de mierda me dijo señor. Olvidate.

- La ventana es mía, así que por favor movete en este instante.

El pendejo amagó hacerla difícil pero imagino que se habrá dado cuenta de que sólo faltaba una chispa para que dos mil kilos de trinitotolueno volaran por el aire.

Ya sintiéndose derrotado, el pendejo peló una cara de orto que no le vi ni al Malevo en sus peores momentos.

La señora tardó en levantarse para liberarme el paso, como queriendo estirar el trámite para que esos segundos me resultaran incómodos por estar dejando al pibe sin el sueño del pibe. No se me movió un músculo de la cara.

Se terminó de levantar la señora y el pibe se desabrochó el cinturón echando putas y golpeando el zapato contra el piso para hacer bien visible su calentura, como si quedaran dudas.

Los que no podían avanzar por el pasillo también mostraban su descontento chistando lo más ruidoso que les salía. Un poquito de paciencia por favor.

Me senté en mi asiento y al toque me puse a mirar por la ventana.

Se sentía como un rayo en la nuca la mirada que me estaba clavando el pendejo, que se había quedado en el asiento del medio. Hacía lo imposible para que yo lo mirara pero yo seguía mirando por la ventana. Rojo de furia estaba el pendejo.

Tanta calentura tenía que no quería volver a abrocharse el cinturón. La madre le decía que se lo pusiera y el pendejo le hacia vacío mientras me miraba a mí, como desafiante, como si yo me fuera a tomar el laburo de rogarle que se lo pusiera.

El pendejo seguía haciendo el rebelde y entonces yo me desabroché el mío. Momento de desconcierto. Terminó abrochándoselo mientras yo le sonreía de reojo.

De haber sabido lo que iba a romper las pelotas durante el vuelo le habría dado el asiento ventana envuelto y con moño. Pero una vez en el baile no podía permitirme semejante derrota, así que me la banqué como un duque.

Al final le regalé el alfajor y terminamos mas o menos en buenos términos.

Pero la ventana fue de papá, de punta a punta. Vamo lo pibe.




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10 comentarios:

  1. Noooo, jpp metete con uno de tu tamaño!! jajaja! me hiciste cagar de risa jaja!

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  2. "el pibe está en mi asiento" jajajajaja!! sos hdp eh!

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  3. Jpp, no tenes verguenza meterte con un pendejo q capaz nunca mas en su vida vuelve a volar y le mataste la ilusion... jajaja!!!!

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  4. ahora pueden comprender a mis pobres hijos, las cosas que tienen que soportar...

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  5. Jajaja genial JPP. Un duelo de altura!

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  6. Alguna vez se te movió algún músculo de la cara???
    Pobre pendejo....

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  7. Ta perfecto Pluma, hace mucho que no me doy una vuelta por acá, pero el que se va sin que lo rajen, vuelve sin que le chiflen. Acá estoy.
    Saludos,
    JMP

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