Lo del espejito no fue tratando de estacionar


Mis viejos se están enterando ahora. Nunca una palabra, ni a ellos ni a nadie. Por las dudas aviso que pasaron más de veinte años, ya prescribió.

Para la época en que yo cursaba cuarto año del colegio, en casa paraba un primo, el Mono, que la vieja casi que había adoptado porque era su ahijado y su familia vivía en Tres Arroyos.

El Mono es un tipo callado pero gamba de los bien gamba, siempre listo para dar una mano. De más pendejos andábamos siempre en yunta y no dejábamos cagada por hacer. Pero ahora el Mono paraba en casa porque iba a la facultad y le había pintado una onda mas seria.

Antes de eso, el Mono había vivido casi siempre en el campo y aprendió a manejar autos antes de subirse a una bici. El pibe todavía no había cambiado la voz y sus viejos ya lo mandaban al pueblo a hacer las compras. El Mono le chantaba un par de almohadones al asiento de la renoleta y era el tipo más feliz del mundo.

Con tantas horas de vuelo, para esos tiempos en que estaba en casa el Mono era un capo del volante. Y para devolver gentilezas por el techo y la comida, le hacia de chofer a la vieja. Hacía las compras, llevaba, buscaba, traía, dejaba. Todo, en una Combi Volkswagen blanca que teníamos esos años y que rajaba la tierra, un fierrazo.

Yo lo acompañaba bastante y la verdad que me rompía los huevos no saber manejar, así que un día le pedí que me enseñara. Yo andaba por los 16 y todavía me faltaba un año para poder sacar el registro.

Al principio el Mono me sacó cagando porque no era su auto, pero lo convencí.

Nos fuimos a la pista de tierra que hay al costado de la Panamericana, a la altura del puente Uruguay, y me tiró la posta sobre lo básico.

A la semana ya más o menos me defendía y la verdad que a la tercera vueltita a la pista de tierra quería ponerle un poco más de pimienta a la cosa.

De ahí saltamos a las calles tranquis de Beccar, que en esa época eran diez veces más tranquis que ahora. Todo al pelo.

Cuando vi que ya estaba para un poco más, un día me mandé por Diego Palma, que no era el quilombo que es ahora pero ya tenía un tránsito importante.

Las primeras cuatro cuadras las hice a veinte, atrás de un camioncito que repartía verduras. Hasta que me hinché los huevos, hice rebaja y me mandé a pasarlo.

Del otro lado venía un sierra pero estaba lejos. Lo que yo no sabía era que adelante del camioncito iba un súper Europa que también parecía no entrarle la tercera. No me quedó otra que pasarlo también.

"Lo paso fácil" me acuerdo que pensé justo antes de que el Mono me puteara bien fuerte para decirme que hay que terminar de pasar el auto antes de volver al carril.

El súper Europa tuvo que subirse un toque a la banquina y pegó tres saltitos antes de volver a acomodarse.

No había sido para tanto así que seguimos como si nada. Hasta que sentimos un golpe en el techo y vimos pasar al Súper Europa con el acompañante asomado por la ventana hasta la cintura y con el dedo en la sien, puteándonos en cinco idiomas.

Frente al espectáculo, no tuve mejor idea que bajar cuatro falanges y dejar la del medio bien arriba. Error.

Los muchachos empezaron a frenarme el auto a escasos centímetros de la trompa de la Combi, sin saber, pobres, que la inexperiencia al volante del que-te-dije podía terminar en un desastre.

- Doblá a la derecha en la que viene y corréte.

Fue todo lo que me dijo el Mono, que a esa altura quería pasarme por la maquina de picar carne.

Se hizo cargo del volante y salimos levantando polvo por todas esas calles de tierra que se conocía de memoria.

Hicimos unas quince cuadras dando vueltas hasta sentirnos seguros de que los flacos no vendrían a buscar la vendetta.

En eso estábamos cuando de la nada el Súper Europa nos cruzó por atrás con una destreza admirable. Ya no había nada más que hacer así que nos quedamos piola en el auto, pensando cómo carajo íbamos a pedir disculpas.

El que manejaba se vino, sacado, hasta donde yo estaba y le chantó una trompada el espejito, que voló en mil pedazos.

El otro tipo se fue hasta donde estaba el Mono, pero antes se ocupó de levantarse la camisa y mostrar el fierro que le brillaba como si lo hubiera lustrado dos horas seguidas.

A todo esto, en el asiento trasero del Súper Europa venían las mujeres de los flacos con tres o cuatro pendejos que miraban casi sonrientes y divertidos, como si sus viejos se dedicaran a apretar gente todos los días de su vida. Capaz que era así.

Con la mano ensangrentada, el tipo me arrancó del auto y me puso cara contra el vidrio haciéndome una especia de doble Nelson que me dejó inmovilizado. Se me prendió a un mechón de la nuca y, sin dejar de putearme, me sacudía la cabeza contra el vidrio, que por suerte resistió el embate de semejante elemento contundente.

Pensé que la quedábamos ahí y me preocupaba sobre todo la imagen que los viejos podían guardar de nosotros. Por eso rogaba el cielo que mi vieja no encontrara los cinco paquetes vacíos de jamón que me había choreado ese día. Bueno, otra confesión.

A través de la ventanilla lo veía al Mono, que no le quedaba ni un solo pigmento en la piel. Después supe que había sentido el frío del fierro apoyado en la espalda.

Cuando los tipos nos vieron al borde del colapso, decidieron que ya nos habían apretado lo suficiente y se fueron sin decir nada más.

Tardamos unos veinte minutos en volver a subirnos a la Combi. Parecíamos Michael Jackson y John Travolta de lo que nos temblaban las piernas. Nos volvimos a casa y acá no ha pasado nada.

Vieja, ya sabés: lo del espejito no fue intentando estacionar.


11 comentarios:

  1. juajuaaa pluma volviste con una que tenias bien guardada eh!!! feliz año y que siga con mas cuentos!!!!!

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  2. quien no tiene una piedrita en el zapato de pendejo...30 de diciembre de 2011, 12:39 p.m.

    jajaja, sos un groso, me parece una buena sección la de confesiones, creo que no debe ser la única.

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  3. Me acuerdo del MONO era muy callado pero re buen tipo... tu vieja lee esto?? sino avisame y se lo paso, jaja!

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  4. como se nota que hoy todos estamos en el laburo al pedo (no en el sentido de tomarse el tiempo de leer pero si en publicar comentarios) van 2 minutos y ya hay como 5 comentarios.
    Igual muy bueno... feliz año para todos los lectores!!!

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  5. NO está mal lo de las confersiones pero hay unas cuantas que si las escribis vas en cana.. feliz año!!!

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  6. Electrizante historia para la vueleta de la pluma, excelente... Feliz año!

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  7. Espectacular!! Feliz año y queremos mas en 2012...

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  8. poniendo el champú en frio31 de diciembre de 2011, 12:58 p.m.

    clap-clap-clap... excelente relato para cerrar el año!!! buen año para todos y que la pluma siga brillando!!!!!

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  9. Muy bueno JPP ya era hora que te saques ese muerto de encima !!! me hizo acordar a una vez tambien hace años mil, que "tome prestado" el auto de los viejos , y en una de esas vueltas me cruzo con una amiga de mama y no tuve mejor idea que saludarla con un bocinazo !!! obviamente cuando volvi las preguntas fueron.... porque te rateaste del colegio y quien te dio permiso a usar el auto.... acto seguido penitencia

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  10. Tremendo JPP. Qué historión! Me hace acordar a una vez que perseguí a uno que me encerró porque sí. Lo alcancé y cuando lo estaba puteando el tipo baja la ventanilla y se asoma. Era He-Man, y además me dice: "Me corriste para darme una lección? Cortá de acá porque te cago a fierrazos el auto(mostrándome una barreta o algo por el estilo) y después te rompo el culo"... Me pareció que irme por la sombra era una excelente idea...

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  11. Buena historia! Pobre Mono, habrá añorado las épocas de ir tranquilo al pueblo a hacer las compras en lugar de andar acompañándote a vos, je. // SF

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