Un acto de verdadero patriotismo

(Mi columna en Tigris de mayo)



Arranca mayo y en casa no se habla de otra cosa. Todos a full con el disfraz, el maquillaje y con lograr que el gurí se aprenda el guión, que no tiene más de una línea porque hay que meter a cuarenta personajes en una hora. Cuando dura una hora.

El día del evento, nos caemos una horita antes porque el pibito tiene que prepararse. No sé cuánto se tiene que preparar alguien que ya sale lookeado desde su casa, pero ahí estamos igual para seguir la consigna.

Llegamos temprano pero la patrona, nerviosa porque nos pasamos cuatro minutos de la hora previa, se baja con el carro casi en movimiento y me hace una seña clarita: “ocupáte de bajar al resto de la tropa, la cámara de fotos, la cartera, el bolso con la muda de ropa y el paraguas, porque me parece que se larga”.

En la puerta del salón, una simpática señorita me ofrece el programa del acto. Le hago una media sonrisa mientras con la mirada le señalo al pibe que a duras penas tengo aferrado con la mano derecha, al otro pibe que tengo agarrado con la izquierda, y el bolso más la cartera más la cámara más el paraguas. Abro la boca, pero la señorita decide no entregar el programa en un lugar tan poco convencional.

Las primeras filas están semivacías, pero los asientos están llenos de carteras, programas y prendas de vestir desplegadas estratégicamente.

- Está todo reservado, disculpame.

Admirable la impavidez de la señora para echarme flit de esa manera. No da pelearme, porque es una de esas caras que te cruzás en el colegio día por medio, así que me alejo masticando bronca y me ubico con los borregos un par de filas más atrás, justo cuando aparece la patrona.

Mientras apuro al reloj para que el tiempo pase más rápido, me llama la atención la discusión acalorada entre una madre y la maestra. Al lado de ellas, desconsolada, llora una chiquita empilchada como si fuera una heredera de la dinastía Ming, con kimono, abanico oriental y esa especie de sombrero redondo y chato. La maestra trata de explicarle a la madre que en la época colonial, a las gauchas criollas se las llamaba “chinas”, y que cuando pusieron en el cuaderno que la disfrazasen de china, se referían justamente a eso. La vieja está en llamas: horas dedicadas a armar un trajecito de los más sofisticado, y ahora tiene que ver a su hija haciendo reverencias con brazos entrelazados mientras el resto vende empanadas.

Media hora esperando hasta que aparece el grupo de mi hijo. Cuando pelo cámara para dispararle al montón -porque no hay forma de identificar al hijo propio, debajo de tanto disfraz- de golpe veo que los dos flacos que tengo adelante levantan algo con ambos brazos y me tapan toda la visual. Entre tanta oscuridad, llego a ver que lo que levantan son dos iPad cero km. Y los flacos están filmando con los iPad. Fil-mando! Los mato.

Mi mujer me adivina el pensamiento y me tira el segundo mensaje telepático de la tarde: “habilitaron el segundo piso, fijáte si desde ahí se puede sacar alguna foto y filmar”.

Me mando para arriba atropellando gente y llego justo. Justo cuando mi hijo acaba de terminar su numerito de tres segundos. Ni fotos ni filmación. Nada. Y desde arriba veo a los cachafaces del iPad que ahora lo están usando para chequear mails. Los mato.

El fin de la movida me agarra con el piberío pidiéndome pancho y gaseosa a los gritos, que de tan agudos consiguen tapar el emotivo canto con el que se despide a la bandera de ceremonia.

Con la caída del telón, se consuma una nueva gesta patriótica. Todo sea por la historia. Todo sea por los hijos.

11 comentarios:

  1. nooooo.... la chinitaaaaa!!! pero que pedazo de pelot... la madre che! jajaja pobrecitaaaa

    ResponderBorrar
  2. Yo le parto el ipad en la cabeza a los dos!!! buen relato jpp!

    ResponderBorrar
  3. y yo que quería guardar la foto del primer acto de mi amigo!, espero que para la proxima, tengas ayudantes.- Muy divertido jpp.-

    ResponderBorrar
  4. Terrible lo de la china,jajajaja!! Si me pasa a mi la retiro al toque y ni a palos la hago actuar...

    ResponderBorrar
  5. Muy bueno, Juampi. Bien ahí pasando de los medios electrónicos a los tradicionales.

    ResponderBorrar
  6. la madre de la "chinita" era rubia?? me la juego que siiii!!! (sin animo de ofender a las rubias que si piensan eh!!

    ResponderBorrar
  7. Creo que hubiese sido negocio que le des la cámara de fotos a la chinita. La chica contenta, vos tendría cuanto menos alguna foto y la madre y maestra agradecidas de por vida...
    De los muchachos del Ipad, qué decir...ya tienen suficiente con su actitud.
    JMO

    ResponderBorrar
  8. Los actos de los pendejos son una verdadera gesta patriotica tal cual!!! delicioso relato plumaaa!!

    ResponderBorrar
  9. jajjaja muy bueno no dejes esa pluma.
    sos mi "consuelo de tonto"

    ResponderBorrar