Chau, viejito


El viejo está ahí. Sentado del otro lado de la mesa, asomando la cabeza por encima de la pantalla de mi computadora, me mira con el ceño fruncido y no me dice nada. No hace falta que me hable porque su mirada lo dice todo: ojo con lo que vas a escribir, nada de andar exagerando.

El viejo está ahí. Me tiemblan los dedos de sólo tipearlo y bajo la cabeza para no sentirme inhibido porque quiero escribir lo que realmente siento. Su presencia intimidante me trae la respuesta a una pregunta que me viene dando vueltas desde que decidió volar de nuestro lado: ¿por qué mierda se tuvo que ir en un contexto tan complicado, dejando a cientos o miles sin la posibilidad de despedirlo como un tipo de su talla se merece? El viejo se fue de la misma manera en que vivió toda su vida: sin hacer ruido. Su vida es una colección de cosas nobles que merecerían un Premio Nobel de la Generosidad Desinteresada, pero nunca hizo alharaca. No le gustaban los flashes ni los fuegos artificiales. Siempre se puso un pasito atrás y movió los hilos desde las sombras, huyéndole al aplauso y al reconocimiento. Por eso me mira desde atrás de la pantalla, tratando de amedrentarme para que no diga lo que hoy quiero decir. ¿Y sabés qué, viejo? Te vas a tener que joder porque lo cuento igual.

Cuando digo que el tipo hizo cosas importante no hablo de fulbito para la tribuna. Hablo de acciones que cambiaron vidas de mucha gente y que hicieron de nuestro mundo un lugar más lindo para vivir. Recuerdo cuando un amigo suyo murió de forma repentina y el viejo se arrimó al colegio de sus hijos para decirles que se haría cargo de bancar la cuota, con una única condición: que le dijeran a la viuda que era una beca que le daba el colegio. La viuda nunca se enteró. Y de ésas hay miles, algunas conocidas y otras que logró mantener en secreto. Siempre con una generosidad

El viejo fue un ser maravilloso. Un cabeza dura tremendo que siempre puso el foco en hacer el bien. Un tipo fiel a sus principios que nunca tranzó con algo que se diera de piñas con su forma de ver la vida. Un tipo recto que alguna vez, hace muchos años, llegó a renunciar a una empresa de primer nivel por no sentirse cómodo en un ambiente donde se hacía cualquier cosa para ascender. Tenía un puesto del carajo, con sueldo de lujo y miles de beneficios, pero prefirió no consentir con todo eso y, de un día para otro, tuvo que remarla de vuelta con una mujer y cinco hijos. Así con todo. Sus respuestas eran inapelables. “Caca popó” era su escatológica sentencia para dar por concluido cualquier asunto.

Esta determinación del viejo para encarar la vida nunca chocó con una capacidad extraordinaria de sacarle importancia a las cosas cuando no valen la pena. No hacerse drama por las cosas que son inevitables y pegar terrible volantazo para extirpar una sonrisa cuando parece que la cosa viene claramente por otro lado. Mil y una veces la vieja tuvo que sufrir estos arranques que rompían en mil pedazos cualquier intento por darle seriedad a ciertas cuestiones. Siempre una sonrisa el viejo. Siempre esa facilidad de sacar un chiste de la galera. Muchos dicen que fue de las pocas cosas que heredé de él, puede ser. Y a puro orgullo levanto esa bandera del humor como una forma de vida para blandirla por donde quiera que vaya.   

El viejo era energía pura, en todos los sentidos imaginables. Siempre ágil, siempre en movimiento. El tipo hizo gimnasia diaria hasta que su físico se lo permitió. De chicos, cada mañana cuando bajábamos a tomar el desayuno, había que esquivar a esa gamba que iba para un lado y para otro justo por donde teníamos que pasar. Si queríamos desayunar había que pasar por ese peligroso corredor. ¿Vos te pensás que el tipo paraba de revolear la gamba cuando nos veía? Olvídate. Había que encontrarle el tempo y mandarse justo en el momento en que la gamba iba para el lado contrario. Con el tiempo pudimos encontrarlo, no sin antes sufrir alguna murra. Energía también para brindarse por los demás. Para el viejo no existía el cansancio si quedaba alguna cosa pendiente con el que tenía al lado, fuera hijo, amigo, hermano, sobrino o bien algún desconocido que necesitara una mano. El viejo estaba siempre y postergaba cualquier necesidad propia para desplegar esa generosidad incansable que no conocía de límites. Una brillante mente ingenieril puesta al servicio de un único objetivo: facilitarle la vida a los demás. Así de simple y así de extraordinario.

Detrás de un desinterés bastante mal disimulado, el viejo te hacía sentir especial. Pregúntenle a cualquiera que haya pasado a su lado en algún momento. A nosotros, sus hijos, ni hablar. Pero también a Raque y en especial a sus sobrinos. Sepan que el rol de tío copado lo inauguró mi viejo y fue su máximo exponente. Muchos de mis amigos también lo recuerdan así.

Mamá perdió a su compañero de ruta pero acá estamos sus nueve incondicionales para cargarla sobre los hombros para hacerle más liviano el camino. Va a ser duro porque su ausencia duele. Pero vamos a hacer lo que hizo siempre él: confiar. Todo pasa por alguna razón y no sirve dramatizar. Protagonistas sí, víctimas nunca. Ya veremos cómo nos va con eso.

Sus últimos momentos fueron un regalo del cielo. Nunca imaginamos que una fría habitación de hospital se convirtiera en un espacio donde una generosa combinación de alegría, esperanza y paz sirviera para contrarrestar la tristeza enorme por una partida inminente. Cuando el final ya era inevitable, fue mirar el cielo celeste y ver los preparativos de una fiesta inolvidable. No sé si tan bizarra como en la película de Peter Sellers, que tanto lo hacía descostillarse de risa al viejo, pero sí igualmente memorable. Lo veo a su hermano Fran sacándole lustre al hierro tres para hacer dupla con el viejo y descoser los links allá arriba en una vuelta de antología. Las veo a Mónica y Abú esperándolos en el hoyo diecinueve para convidarles una coca cola helada con alfajores de maizena y galletitas de limón, musicalizando el momento con un concierto de carcajadas limpias y estruendosas que van a terminar contagiando a todos. Lo veo al Barbas organizando una pasarela triunfal y haciendo una convocatoria masiva para darle al viejo un aplauso que les deje las manos como dos morrones.

El viejo se resistió un poco a irse, bien a tono con esa cabeza dura que le bajaba el mensaje de no resignarse porque todavía había mucho bien por hacer en la tierra. Viejo dejate de joder, hiciste todo el bien que pudiste y mucho más. El mundo entero te debe tanto que deberían embargarle todas las cuentas. El cielo te merece, todo tuyo.

Te vamos a extrañar, viejo. Como la gran puta. Vas a tener que buscarle la vuelta para lograr transmitirnos desde allá esas salidas tan insólitas …. como cuando, frente a una conversación familiar que indefectiblemente terminaba en llanto, te ponías a cantar, a grito pelado: “es preferible reír que llorar y así la vida se debe tomar, los ratos buenos hay que aprovechar, si fueron malos mejor olvidar…”.

Te vamos a extrañar, viejo, pero qué lindo surco que dejaste. Porque… atención en la sala virtual: levante la mano el que nunca se salpicó al menos con alguna gota de este derroche violento de virtudes que enarboló el viejo desde el primero hasta el último de sus días. No hace falta que respondan: ahí veo a todo el mundo con las manos escondidas.

El viejo me sigue mirando desde el otro lado de la pantalla de mi computadora y su mirada ahora dice otra cosa: “La vida sigue, la vida es bella. Y yo voy a estar ahí para acompañarlos. Pero no le cuenten a nadie…”.


7 comentarios:

  1. Excelente Jeanpaul!! Muy bien descripto. Un abrazo a la distancia desde Tucuman, y especialmente de tus dos hijos adoptivos de cuarentena..

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  2. Que lindo.. increíble persona,un lujo y ejemplo tu padre y.lo mejor..dejo huella,un abrazo Juampi

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  3. Gracias, ya me gustaría que puedan decir de mi algo semejant !!

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  4. Querido Juampi, durante cuarenta años fui testigo sincero de tantas cualidades de Rafa, que resaltan en las anécdotas que contás con tanto cariño filial. Un abrazo muy sentido

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  5. Excelente Juampi! Qué lujo el de tu Viejo dejar aquí abajo a un hijo que tan bien relate emociones y realidades.

    Gran abrazo

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  6. Qué hermoso homenaje para ese Ser tan maravilloso!!!

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