Con los pulgares en guardia



Padrino se mete algo en la cabeza y no hay con qué darle. Le mete, le mete y no para. Al sueño del campito propio lo traía entre ceja y ceja desde hacía muchos años.

Buscaba algo tranqui, nada de zarparse con un cincuenta mil hectáreas o repartirse una provincia con el yanqui que -según los mismos que creen que el área cincuenta y uno está llena de extraterrestres- se está llevando toda el agua dulce de nuestro país.

No, lo de Padrino era otra cosa. Quería una chacrita para poder disfrutar con la familia.

El trámite no fue fácil porque se tenían que alinear los planetas. Y un día se alinearon.

Padrino estaba como loco con el sueño realizado. Había que laburar bastante pero la primera piedra ya estaba. Y quiso compartirlo.

Fin de semana largo, disparó para la costa con mujer, hijos, yernos y nietos. El campo estaba cerca de allí.

Tan verde estaba el asunto que en el lugar no había más que un puestito para los caseros recién instalados y un mega galpón abandonado. Durmieron en otro lado.

Padrino se despertó temprano y les pasó las opciones para ese día: visitar el campo o visitar el campo.

Doce adultos y quince menores partieron raudos hacia la tierra prometida, donde los esperaban seis caballos que Padrino había alquilado para darles un pantallazo de lo que será el lugar dentro de unos años.

Los pibitos estaban en su salsa. Iban, venían, saltaban, corrían. Padrino los miraba y sonreía orgulloso. No veía la hora de que todo estuviera acomodado y listo para disfrutar a pleno de su nueva conquista.

Empezó a caer el sol y hubo que pegar la vuelta para llegar con luz a la casa donde paraban.

En uno de los autos, la hija de Laprima contaba todo lo que había hecho. Cada cinco palabras metía un me-pica-mucho, pero no le prestaron mayor atención porque era algo normal después de un día entero en un lugar tan agreste.

La cosa empezó a cambiar cuando llegaron y vieron las ronchas que llevaba en medio cuerpo. Tuvo que pedir prestado el caladryl a su hermana, que a los dos minutos volvió desesperada a recuperarlo. Sus hijos estaban igual. Y los hijos de los otros. Y ellos. Casi todos.

A tono con el famoso refrán, el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, al día siguiente estaban todos de vuelta en el campo. Hubo algunos que prefirieron quedarse en el auto.

Si la noche anterior había sido movidita, la segunda directamente fue un caos.

Seis letras explicaban las escenas de pánico, histeria, corridas: p-u-l-g-a-s.

La pulga es un bicho doblemente bicho porque se pasa de viva. Ataca y se esconde. Y no la encontrás, posta que no las encontrás a las hijas de pulgas. Se meten en cualquier recoveco de la pilcha y no las ves más. Hasta que vuelven a atacar.

Todos los brotados terminaron embadurnados con caladryl de pies a cabeza. La ropa contaminada fue a parar a bolsitas aisladas. Y la familia a pleno pegó la vuelta para Buenos Aires creyendo que la batalla estaba ganada. Me Río de Janeiro.

Los que andaban desorientados eran los más enanos. Cuando les dijeron que iban a estar en un campo, esperaban encontrarse con vacas, chanchos, ovejas, gallinas, caballos. Pero de lo único que se terminó hablando fue de pulgas y ellos la única que conocían la está rompiendo en el Barca.
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Ni hablar de la sorpresa de la maestra cuando le pidió a uno de ellos que dibujara su fin de semana largo y el pibito garabateó una especie de guerra entre pulgas que avanzaban de a miles y humanos que con una mano se rascaban y con la otra trataban de aplastarlas. Laburo para la psicopedagoga.

Lo de Pequeño Albino fue mundial. Batió que nada de ponerle al campo el nombre de algún antepasado para honrarlo, no señor. El campo se va a llamar Las Pulgas y no se discute más.

Laprima llegó a su casa y fue directo a abrir las valijas para buscar las bolsitas supuestamente selladas. Pero lo que se encontró fue un show de fuegos artificiales pero las cañitas voladoras eran pulgas. Cientos.

El alarido que pegó se confundió con el sonido del teléfono. Su hermana llamaba al borde de un ataque de nervios porque las pulgas casi que habían usurpado su casa. Laprima averiguó con el resto y estaban casi todos en la misma. El teléfono sonaba una y otra vez y se repetían diálogos que rozaban con la insania.

Laprima llamó a un fumigador. Lo primero que le dijo el profesional al toque de escuchar el estado de situación fue, palabras más palabras menos, estás en el horno. Alto motivador.

Además de explicarle en detalle lo extremadamente complejo que es combatir a la pulga, le dijo que se olvide de esperarlo porque tenía laburo como para un mes. Con el asunto del dengue la gente está paranoica y casi que nos paga por mosquito derribado.

Y como para alentarla un poco más le dijo que en ese mes cada pulga seguramente pondría cuarenta huevos y la familia pulga crecería cuarenta veces.

Para que Laprima no lo fuera a buscar con la nueve milímetros, el amigazo le dio algunas instrucciones de lo que debía hacer. Las indicaciones enseguida fueron sumándose a las que todos los demás tiraban sobre la mesa porque a la hora de opinar sobran los expertos por todos lados. El google ardía casi tanto como las ronchas.

Así, en un mismo día les habían dicho que desplegaran toda la ropa en el jardín y les pusieran agua. Que la metan en el microondas que no queda una sola pulga viva. Que en realidad es al pedo meterlas en el microondas. Que dejen flotando la pilcha en la bañadera y que hagan una cacería de pulgas una por una, con las uñas. Que lo que necesitaban era la compasión del Barbas porque la pulga es jodida y puede vivir dos años en las penumbras. Que había que traer un perro para que se las lleve puestas.

La histeria hizo que cada uno fuera convirtiendo su casa en una tienda de campaña. Pilcha desparramada por todas partes. Prendas incineradas en el microondas. Criaturas y no tan criaturas circulando de cuerpo gentil porque la picazón no les dejaba calzarse nada. Paranoicos revisando cada prenda dispuestos a dejar la piel por asesinar a cada pulga, de ser posible con tortura previa para escarmiento de las miles de rebeldes que pululaban por ahí.

Además de eliminar a las pulgas, había un temita no menor a resolver: tratar a los brotados.

Si bien en las guardias aseguraron que nunca habían visto nada igual, no les dieron demasiada bolilla. Los médicos parecían querer decirles algo así como que las pulgas no tienen prensa. Mosquitos y porcinos sí, pulgas no. Tráenos una pandemia provocada por pulgas y vemos.

La paranoia duró un tiempito. Por las noches, una pulga gigante le daba un toque kafkiano a las pesadillas de Pistola Pet que, de día, intentaba destruir con sus uñas las manchitas de su piso de cerámicos.

Pero el tiempo curó las heridas. Y las ronchas. Y los principios de ataques de epilepsia. Hoy el campo de Padrino empieza a ser una realidad y toda su familia piensa de qué manera puede ayudar a terminar de darle forma.

Un predecible habría rematado el relato con algo onda los primeros muebles para el campo se consiguieron en un mercado de pulgas.

Soy previsible, así que lo firmo.
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13 comentarios:

  1. Ya me pica todo la puta q lo pario !!! abrazo MO

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  2. MUUUUY BUENO!!!!! Me hiciste llorar de la risa!!!!!!!!!

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  3. Jaja buenisimo. Mientras lo leia me rasque 7 u 8 veces.
    Rocío

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  4. jajajjaa essselente! y el final del mercado de pulgas sin palabras!
    Por suerte mi perro no tiene pulgas... va, si las tiene por ahora no me lo contó :-P
    y Rocio, yo también me rasqué mientras leía, el poder de la mente... increíble!

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  5. Clap, clap, clap...
    Aplaudo con las orejas.
    Excelente.

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  6. Juampi,
    lo de rascarse mientras leía va en serio. Digno de un estudio ¿no? ¿o habrá pulgas acá?!
    Un abrazo
    Pablo MC

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  7. Me sumo a los sugestionados a los que se les contagió la comezón...

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  8. juajuaaaa, impresionante relato!
    ahora, un amigazo el fumigador, no tiene cara!
    y muy bueno lo de pistola pet, le saltaba encima a acualquier cosa parecida a una pulga! jaja

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  9. lindo cuento para contar pero te quiero ver en una situacion así, sin saber que carajo hacer!!!! a mí también me pica che!

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  10. alguien tiene caladryl!!!!??????

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  11. ¡Me pica todo JPP! Muy bueno. ¿Se llama Las Pulgas de verdad?

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  12. No se las pulgas, pero yo odio los mosquitos... con uno que haya dando vueltas ya no me puedo dormir :( ... no quiero ni pensar si hubiera pulgassss jaja

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  13. Muy bueno JPP!!!!
    Vacacionemos en otro compa, please!!!!!!!

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