Sólo para entendidos


Las vacaciones terminaban y el balance no podía ser mejor. Diez días de arriba en una cabaña con vista al lago y a la cima del volcán, y unos pocos días en una posada que ni punto de comparación tenía con la otra pero que también tuvo un gustito especial porque el dueño era un amigo que, cerveza va cerveza viene entre recuerdos de vivencias compartidas, terminó casi regalándonos la estadía.

Habíamos ido con la familia a pleno, que en ese momento la completaban mi mujer, dos criaturas del vientre materno para este lado y otra que esperaba su turno. Eran las vacaciones perfectas. Eran.

No fue la inseguridad ni la sensación de inseguridad la que nos regaló una anécdota para contar. Fue el auto traidor, que decidió pasar a mejor vida cuando recién habíamos hecho los primeros cien kilómetros de la vuelta a casa. Así, sin decir agua va, le dio un toque nihilista a nuestras vidas dejándonos en medio de la nada más absoluta.

Mañana gélida en la ruta y sin señal de celular. Las alternativas no eran muchas. Una, me iba yo a buscar ayuda y dejaba a la embarazada y a la crianza en ese lugar desolado; descartada. Dos, nos íbamos todos pero entonces a la vuelta ya no habría nada que remolcar. Tres, que se fueran ellas y yo me quedaba esperando en la ruta; también arriesgado, pero no había otra.

Cruzamos al sentido contrario y fuimos estudiando el panorama. Primer candidato, torino tuneado, vidrios bajos y cuatro personas meta golpetear la parte de afuera de la puerta al ritmo de una cumbia que era una afrenta a la memoria de Gilda. Pase nomás. Siguiente, un carromato viejo de esos que ya no pagan patente, comandado por una septuagenaria que circulaba con el volante a seis centímetros de la cara. Menos, se nos iba a vencer el seguro antes de que la mujer llegara a la civilización.

La tercera es la vencida, posta. Matrimonio joven, buena onda, se compadecieron y cargaron al resto de mi familia. Muy gambas los flacos, pero no llegaron a entender del todo la situación: como dos tórtolos no pasaron los cincuenta kilómetros por hora porque era la primera vez que iban por ese lugar y todo les llamaba la atención. Hasta paraban para sacarse fotos. Unos capos.

No era de noche cuando llegaron a la estación de servicio pero por ahí andaba la cosa. Mi mujer agradeció, se bajó de un salto y entró al mini shop mientras miraba de reojo a la mujer que salía. Era la septuagenaria.

Intentó comunicarse con la compañía de seguros pero no tuvo suerte: una vocecita de lo más simpática le decía que debía esperar. Y ella esperaba, hasta que se cortaba la comunicación. Una, dos, tres veces. Terminó contratando remolque de otra empresa.

A todo esto, un Grisham tan atrapante como insulso hacía lo suyo para amenizar mi espera. El tránsito no era lo que se llama fluido y hacía un frío importante. Era pura desolación, nada de nada, pasaban uno coma dos autos por hora más o menos. Dejaba el libro, salía del auto, estiraba las piernas, le tiraba piedras a un palo donde imaginaba al mecánico que me había hecho el último arreglo y de vuelta al auto, de vuelta Grisham.

Habían volado casi doscientas páginas más cuando paró un auto detrás del mío. Bajó un flaco desconocido de unos cuarenta y me llamó por mi nombre. Ahí nomás pensé que me había llegado la hora de afinar el arpa. Que me había quedado dormido, pasó un Scania doble acoplado a más de ciento cuarenta y me agarró de lleno. El flaco era bastante parecido a la parca, un poco más feo. Estaba en el horno.

No sé si habré pensado todo eso en voz alta, pero me pareció escucharle decir el tipo algo como que el frío me debió haber afectado un poco. Al toque me miró y me dijo que mi mujer, con quien se había encontrado en la estación de servicio, le había pedido que me avisara que el remolque estaba en camino. No llegué a decirle ni gracias porque salió arando.

La espera se había puesto tan pero tan insoportable que la llegada del remolque me encontró leyendo el manual de instrucciones del auto y jugando a aprenderme las partes del motor. El flaquito no medía más de metro sesenta y caminaba como Billy the Kid mientras se acercaba al auto. Abrió la tapa. Miraba el motor como quien acaba de encontrar un cadáver en el río. Meneaba la cabeza de un lado a otro y demoraba el diagnóstico como esperando que el clímax fuera el adecuado. Estaba por agarrarlo del cuello.

- Está muerto.

Siguió una especie de reflujo y tuve que cerrar la boca para que no saliera la espuma.

- No me digas, pero vos sos un genio.

Le seguí la corriente y le pregunté cuán muerto estaba. Me respondió que absolutamente muerto. Un gurú el enano.

Fue para poner en un marquito la cara de las niñas cuando vieron cómo subían el auto en el camión remolque. Nos costó bastante explicarles que estaba... muerto, absolutamente muerto.

Llegamos al taller de un mecánico que parecía doctorado al lado del otro. Nos dijo que el arreglo nos costaría tres cuartos de fortuna y demoraría una semanita.

El combo del chiste incluyó pasar la noche en un hotel de cuarta, comprar los pasajes más caros para la vuelta porque no había otros, pagar el remolque y, sobre todo, poner cara de feliz cumpleaños como si estuviera todo diez puntos. Pensaba que la situación no podía empeorar, ni en pedo. Hasta que nos avivamos de que el chupete de mi hija había quedado en el auto.

No viene al caso detallar lo que fue viajar con una borrega que lloró catorce de dieciocho horas. Ni tampoco sobre lo cerca que estuve de armar un desparramo con los que le chistaban para que se callara.

En uno de los pocos momentos de no-llanto, en los que sólo se escuchaba algún ronquido y los retumbes de algún ipod al taco, le escuchamos decir, entre sollozos: - se rompió la vaca, se rompió la vaca.

Lo que nos faltaba, que se nos traume la pendeja por ver un accidente.

Nos asomamos por la ventanilla y lo que se alejaba era un camión cargado de vacas con destino al matadero.

Analogía sólo para entendidos.
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10 comentarios:

  1. q bajonnn, pero esa pequeña te robo una sonrisa eso seguro!

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  2. me fui una semana de vacaciones.
    hace diez dias
    hija mayor y Pequeño, conmigo en auto
    pasamos noche en cordoba
    al otro dia, mujer y bebe en aeropuerto
    felicidad
    en jesus maria, el auto estalla
    junta medica de mecanicos
    hombres engrasados
    ola de calor
    sequia
    yo soy un inutil automivilisticamente y en otras cosas mas aun.
    fingia que iba a buscar no se que cosas y me tomaba birras en una shell
    que bueno que aun vendan birras en la shell
    diagnostico: "dentro de una semana esta el repuesto aca, son 700 mas iva y de mano de obra calcula otro tanto"
    hice mi papel ante el mago de la tribu:" mira el auto que tengo (gol destartalado late nineties)..una vez que salgo de vacaiones con la familia..y esto.."
    mago de la tribu: "a todos nos paso esto alguna vez con la familia..te vamos a ayudar"
    vamos a mecanico b, que prepara auto de carreras, hace 19 mil llamados
    sube a mi mujer a su auto
    mi mujer me odiaba
    vuelve mi mujer con sonrisa y repuesto
    hablo entre sombras con el hombre:" no se que hiciste pero esa sonrisa no la cuestiono" (esto me salio con estilo pizarro,no?).
    fum, fum..a las sierras
    alegria felicidad calor
    una noche siento olor a quemado
    una vez estuve en un incendio forestal
    no te lo olvidas mas (frase pizarresca)
    camino y veo la iluminacion detras de la montaña
    camioneta,lo vamos a ver
    hablamos con radio con los bomberos
    llegaron al otro dia
    aviones
    me dieron orden de evacuar
    me negue
    puse mi experiencia al servicio de los bomberos de jesus maria
    al otro dia parti
    fui un heroe para mi mujer, de hecho no quiso ir al avion y volvimos todos en auto.

    Cariños
    a

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  3. genial la salida de la borrega, jaaja!

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  4. jaaa, me hizo acordar a cuando se me fundio el ford fiesta a unos pocos kilometros de pinamar camino a lo del gordo para samana santa ! el pobre tuvo fiesta pero arriba del tren y con destino a constitución para luego encontrarse sin piloto con una columna en la bajada de la cochera de lo de mis viejos (fundido y chocado quedo el pobresito ) Abrazo M.O

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  5. smadehdp (siempre me acuerdo de este...)12 de noviembre de 2009, 2:29 p.m.

    el hdp de tu mecánico, del cual te hablé pestes antes, durante, y después de tan comentado viaje, aparte de haberme hecho desastres con los autos en los que por desgracia le dejé meter mano, todavía me debe 100 dols truchos que me clavo por la venta del último auto que le dejé tocar.
    Lo juntamos con Caverna y hacemos un club!!!! me parece que hay que buscar proveedores en otro lado...

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  6. que depresión tener autos de mierdaaaaa!! :( .... se vienen las temporadas de pileta y de nuevo a dar lástima entre mis amigos y conocidos con el auto :( ....

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  7. jaja! parece que están todos haciendo catarsis, eh?

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  8. TJ, no me puedo quedar atrás, este excelente cuento de JPP me hizo recordar un mal trago. Auto recién arreglado y me rajo para Necochea con amigos. Llegamos perfecto, agarramos una calle que tenía como cerruchos y zas, levanta temperatura, frenamos y agua por todos lados, radiador pinchado! Jodita 400 mangos (si mal no recuerdo era la época de charly, por tanto, 400 verdes).
    El problema fue que el mecánico de BA había dejado algún tornillo salido que agujereó el radiador. Por suerte yo le había dejado un cheque por 600 que obviamente a mi regreso le negocié a mi grito de "andá a cobrarlo, total no tiene fondos y el día del arquero vas a ver algo de plata si no agarrás estos 100 ahora". Por las dudas otros 100 estaban en el bolsillo del otro lado y por suerte, devolvió cheque (con fondos pero solo yo lo sabía jeje) y agarró los 100. No se si con esto me reconoció su mala praxis automotriz o qué, pero gané x única vez a un mecanico!

    Gracias por el relato JPP! pobre vaca!

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  9. che lo tuve que leer tres veces para encontrar la analogia, jaja! para los que van por la sexta y todavia no la encontraron les explico: a la vaca la subieron a un camion porque estaba rota, igual que el auto. que grande la borrega!! jaja

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  10. y?????? ya son las 2 de la tarde!!!!!

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