Encuentro cercano del tercer tipo



Si estás apurado, te pasa. Si estás de mal humor, te pasa. Si sos tan jodido como alguien que conozco, te pasa también.

Los encuentros cercanos del tercer tipo son una de las pocas razones por las cuales creo que hasta dejaría de caminar por la calle en hora pico, mirá lo que te digo.

Primer tipo son gente buena onda que da hasta para meterse en un bar e invitarlo una birra para ponerse al día, se disfruta. Segundo tipo son conocidos hasta ahí o amigos no tan amigos, y alcanza con bajar la cabeza y ensayar un todo-bien-sí-todo-bien casi sin necesidad de sacarse los auriculares.

Tercer tipo son los moplos totales con los que hace mucho no nos vemos y queremos que siga siendo así.

Bueno, el flaco que se acerca en sentido contrario es abanderado indiscutido de este último grupo. Lo conocí cuando coincidimos en unas vacaciones pero nunca pegamos onda.

Lo veo venir y hago todo lo posible para hacerme bien el boludo, cosa que no me cuesta tanto. Tengo gafas oscuras así que en una de esas zafo como que no lo veo. Vengo con el emepetrés al mango, eso también me juega a favor.

Pero no hay caso, no hay forma de dibujarla. El tipo se frena en seco y grita mi nombre lo suficientemente fuerte como para que se lo escuche a una cuadra. Además, dejate de joder, la emoción que le pone es una cosa que no se entiende.

Me freno yo también y tengo que hacer un esfuerzo importante para que no me lleve puesto esa especie de torrente violento de gente que va toda para el mismo lado y que, además, putea porque le robás segundo y medio en la maniobra de frenado y esquive.

Kia-sé, che! Me costó reconocerte.

Ojalá te hubiera costado un poco más.

Eso es lo primero que pienso casi en voz alta mientras me pregunto si le habrá costado gracias a mi operativo despiste o porque me ve muy cambiado después de casi diez años sin vernos. Por las dudas fuera esto último, le devuelvo la gentileza y le respondo que si él no me paraba yo nunca lo habría reconocido, así, con tantos centímetros cúbicos menos de pelo.

Son momentos en los que la sangre materna se me sube a la cabeza. Lo banco a muerte a mi tío que una vez estaba en el tren leyendo el diario mientras el tipo que tenía sentado en frente lo miraba fijo y él levantaba el diario para cortar cualquier contacto visual. Hasta que el flaco lo llamó por su apellido y mi tío le respondió que lo estaba confundiendo con otra persona. Un capo.

El tipo me pregunta a mí qué onda mis cosas pero el que arranca a hablar como loco es él. Por suerte nos paramos justo al lado de un quiosco de diarios. Como todavía tengo las gafas puestas, apunto con la cabeza hacia mi amigo entrañable pero con la vista pispeo algunas revistas. Tan interesante es todo lo que me cuenta sobre un viaje al exterior que hizo hace un tiempo, tan apasionante, que mientras lo escucho onda radio de fondo termino devorándome la tapa de la última entrega de un curso de crochet.

Miro el reloj dos o tres veces pero el pibe no acusa recibo. Estoy a punto de decirle que acá a la vuelta hay una casa de cotillón donde se puede comprar un par de orejas de goma, para colgarlas en algún lado y hablarles sin parar de todo lo que se le ocurra. Pero capaz que no le cae del todo bien, así que nada.

Me empiezo a poner nervioso. Mi amigo del alma no tiene pausa, no me da ni veinte centímetros para meter un bueno-che-qué-copado-haberte-encontrado-a-ver-cuándo-hacemos-algo. No, sigue. Capaz que en su agenda tiene un apartado de seis o siete temas para sacar cuando se encuentra con alguien porque, posta, si yo fuera él no te paso del clima.

Casi como último recurso, arranco con un sutil pasito para atrás, como para que perciba que ya estoy en retirada. Pero me sigue, parece que todavía no terminó. Me acompaña unos metros mientras yo empiezo a acalambrarme los músculos de la cara por mantener firme una sonrisa que es casi tan espontanea y auténtica como las peleas en showmatch.

En la boletería del tren hay como veinte personas en la fila y mi super amigo dice que me banca la espera. Mis auriculares siguen colgando del cuello y amago llevarlos de vuelta a las orejas. Ni así se da por aludido. Me cuenta que por quince días está parando en lo de un amigo por mis pagos y que justo hoy no se toma el mismo tren que yo porque tiene cosas para hacer. Le respondo que una pena porque hubiéramos tenido más tiempo para charlar.

Estoy pensando que por un par de semanas voy a probar subte más bondi más media hora menos en casa. Como para variar un poco, nada mas.
.

14 comentarios:

  1. ajajaja!! jpp no podes ser mas amargoo

    ResponderBorrar
  2. Pluma, ya se lo que tengo que hacer si te encuentro por la calle, jajjaa! Tremendo lo de "ojala te hubiera costado un poco mas", jaja!

    ResponderBorrar
  3. un par de orejas de goma?? pero que pedazo de hijoepú!! jaja. Muy bueno jpp, doy fe que sos vos cien x cien!

    ResponderBorrar
  4. jaahajhajajaa y quién no lo ha sufrido! todos tenemos un conocido del tercer tipo!
    las orejas de goma tal vez las tengas que llevar con vos así se las dás al próximo tercer-tipo

    ResponderBorrar
  5. acido sulfurico es lo que destila esa pluma, pero como me hace cagar de risa, muy bueno!

    ResponderBorrar
  6. Ja, ja!!! 100% amargo!!!! No creo que ningun superamigo no se de por aludido con vos, jpp! tu cara te delata

    ResponderBorrar
  7. Yo debo ser el único no familiar de JPP, que eligió su número para las llamadas gratis que generosamente te brindan las compañías celulares. El lado positivo es que si lo veo por la calle, le paso de largo y le hago un llamadito para que no tenga que forzar sus músculos faciales...!
    Muy bueno!!! Abrazo

    ResponderBorrar
  8. Muy real Juampi... pasa muy a menudo... y peor es cuándo ese amigo entrañable ni sabes bien de dónde mierda lo conoces... saludos.
    Santi A.

    ResponderBorrar
  9. bien pibe, como siempre muy descriptivo.
    2 comentarios: 1- debo estar entre el 1er y 2° tipo ya que hace un mes y pico almorzamos juntos (y en los últimos 17 años nos habremos visto 4 veces)
    2- Estás seguro que de reojo mirabas la "tejidos"?????

    Abrazo grande!

    ResponderBorrar
  10. como te conocen tus comentaristas! jaja! no es queno pasas del clima, ni siquiera llegas xq no paras ni locooooooooooooo!!!!!!!!
    pero igual te quiero asi! jaja!

    ResponderBorrar
  11. Jaja! Muy bueno JPP!
    Que personaje amargo y resentido el protagonista de la historia,destila veneno puro,espero sea una ficcion y no vos realmente, y si fuese asi y me cruzo con vos, te recomendare ir al psiquiatra como minimo...

    ResponderBorrar
  12. totalmente ficticio! jaja! a esta altura no se si tiene mucho sentido lo del psiquiatra...

    ResponderBorrar
  13. jajaja, no dejás pasar una, el pobre pibe se volvió feliz y con ganas de volverse a encontrar, hasta lo habrá visto como un encuentro del primer tipo, lástima que no tenías más tiempo para tomarse birrita.
    Abrazo
    TD

    ResponderBorrar
  14. Acuerdo 100% con Cabe: ¿de reojo mirabas la "tejidos"???? Pero por favooor,
    JPP... No se puede ver otra cosa en esos puestos más que lo que te salta a la cara!! Con estilo, podrías ser más sincero.

    ResponderBorrar