Ausente sin aviso

El führer era todo lo jodido que puede ser un tipo al que lo apodan führer. Capo grosso de un estudio de primera, curtía la onda de tener a toda su tropa sometida bajo una amenaza de castigo permanente.

El führer tenía la costumbre de hacer sonar una chicharra insoportable para llamar a sus secretarias. No necesitaba usar el teléfono ni ninguna de esas estupideces de la tecnología moderna. No, a él le alcanzaba con apretar ese botoncito rojo que tenía en su escritorio para activar toda esa parafernalia de secretarias histéricas chocándose entre sí para responder el llamado, temerosas de convertirse en una víctima más de este personaje que no se ponía colorado cuando tenía que pasar el plumero si alguno no sintonizaba su frecuencia tan exótica.

Además de comandar su estudio, para esa época el führer presidía una paquetérrima asociación que agrupa a representantes de su misma especie. Colegas que capaz se detestan porque compiten unos contra otros, pero que cuando se encuentran en la sede de la asociación nunca dejan de darse un efusivo abrazo que viene con tres palmaditas en la espalda y acompañado de frases como "es un gustazo, distinguido colega, poder gozar de su prestigiosa presencia" y otras cretinadas del estilo.

La asociación lo que hace, básicamente, es organizar actividades que sirven para que sus miembros se inflen los egos unos a otros. No mucho más. En esa época, yo era el encargado de darle la máxima difusión posible a esas actividades. Ahí sí había que sacar los remos y darle con fuerza, dejate de joder. Eran actividades que, fuera de ese círculo, pueden llegar a tener un nivel de interés sólo comparable con el que puede despertar en los seguidores de Viejas Locas una charla sobre el ensayo del discurso del método de Descartes.

El führer estaba como loco con un acto barra show que estábamos organizando y que consistía en entregarles medallas a los gerontes que habían llegado a los sesenta años laburando de lo mismo sin colgar los timbos en el camino.

El führer quería estar en todos los detalles y no iba a admitir el más mínimo error. Por eso las semanas previas fueron un constante ir y venir para explicarle cien veces que todo venía de perlas.

Tal vez lo que más tiempo nos llevó fue hablar con los agasajados para invitarlos y confirmar si estaban en condiciones de recibir la distinción. Las encargadas de eso eran dos pibas a las que la adolescencia les llegó en diferido y se creían que hablaban con sus abuelos. Que por favor se fije bien de tomar todas las pastillitas a la noche. Que a la dentadura hay que darle una lavadita cada tanto. Que ese mejor amigo no va a ir al acto porque hace rato que la descose con el arpa. Cada conversación era eterna pero igual la cosa avanzaba y al final pudieron hablar con todos los que todavía conservaban la audición o con sus mujeres o con quien estaba a cargo del geriátrico donde los habían depositado. Alta emoción la de algunos viejos a los que le sobraban unas quince horas por día y para quienes ese año se partía en un antes y un después del acto.

El día del evento venía todo joya. Lleno de gente por todos lados y el führer parado en el pasillo central saludando como si fuera el rey Juan Carlos. A todos recibía con una sonrisa que le daba toda la vuelta a la cara, y cada tanto mandaba frases como "tu padre ha sido un prohombre que ha prestigiado nuestra profesión". Vieran la cara de uno de los agasajados, el Tano, que dos horas después me confesó entre copas que su padre tan prohombre se había venido de Italia para hacerle un ole a la mafia napolitana que lo quería boletear por una vendetta.

El führer dio el puntapié inicial con un discurso que en lo único que se diferenció a cualquiera de Fidel fue en que duró un toque menos. Los alcahuetes lo aplaudieron a rabiar y lo que siguió fue el momento central de la jornada, la entrega de distinciones. Y fue lo que hizo volar por el aire mi relación con el führer, a quien de alguna manera tenía calado a fuerza de devolverle cada volea venenosa con respuestas llenas de sarcasmo, mi especialidad, que le arrancaban una media sonrisa que él intentaba disimular porque no daba con su perfil.

La mecánica era sencilla: se nombraba al premiado, la gente aplaudía, el abuelo tardaba un rato en llegar al estrado, recibía la medalla, se confundía en abrazos con gente que ni reconocía, y volvía a su lugar, si es que se acordaba cuál era. En algunos casos los familiares les gritaban a los saltos para orientarle un poco la vuelta.

La cosa venía lenta pero avanzaba. Hasta que le llegó el turno a Señor Ausente. El locutor lo anunció pero de la masa sólo recibió murmullos al por mayor, ni medio aplauso. Fueron diez o quince segundos eternos. El calor lo sentí en la espalda como si me hubieran echado ácido sulfúrico. Giré la cabeza y ahí estaba el führer, rojo como la camiseta del Manchester, a punto de sumarle un capítulo más a su rica historia de by passes y pre infartos.

Fue una humorada negra del destino. De las cuatrocientas personas que estábamos presentes ese día, sólo yo y las dos adoles parlanchinas no sabíamos que a Señor Ausente, un tipo famoso que hasta había escrito libros, hacía como cinco años que sus familiares y amigos lo habían despedido cuando le tocó mudarse a un monoambiente de Recoleta.

No había forma de levantar el muerto y parecía imposible empeorar la situación. Al menos eso creí hasta que el locutor, un buena onda total que era especialista en evitar silencios incómodos, remató la cosa con una acotación de lo más oportuna: "Señor Ausente habrá tenido sus razones para no venir".

El führer enloqueció, se me acercó presuroso por atrás y me batió, en un alarido contenido, que ése era mi último día de trabajo ahí. Le respondí que el incidente era lo mejor que nos podía pasar para que el evento tuviera más prensa. Me dejó hablando solo.

Seguí laburando con él un par de años más hasta que terminó su gestión. Nos despedimos casi con lágrimas en los ojos y mi última expresión fue el deseo de que el destino nos cruzara antes de fichar para el equipo de Señor Ausente. El führer respondió con una media sonrisa rápidamente censurada.
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18 comentarios:

  1. Nahhhhhh, no te puedo haber pasado esto JPP... decime que no, decime que noooo!
    Un papelonazo que te pase pero que buen cuento para un asado, jajjajaajaa!

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  2. "Fichar para el equipo del Señor Ausente", "la descose con el arpa", "monoambiente de Recoleta"... Como te cuesta hablar de... de... de lo innombrable, jaja!!! Coincido con el anterior: excelente anécdota!!

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  3. Rocío dice:
    jajajajaj excelente!!!!! Como siempre, una risa.

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  4. El sarcasmo no es tu unica especialidad JPP!!! Sumale acidez, muuuuhca acidez y una manera muy particular de contar las cosas... La anécdota garpa, es mundial!

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  5. jajajaja, muy buenooooo!!! me mató la del locutor que quiso arreglarla y la embarró hasta el fondo, jajaaaa!!
    Prometo ponerme al dia con los anteriores que todavia no pude leer!

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  6. Volviste JPP! El ultimo post vino medio flojón, te habias mal acostumbrado al aplauso fácil. Este es de los que uno reenvia y relee
    gracias! Abrazo!
    MB

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  7. qué epocas aquellas! gracias a Dios fueron solo dos años más!

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  8. Señor Ausente... Ay, por favor, qué calor que te pase algo así! Yo me muero!! Muy buen relato.

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  9. Si el flaco no te mandó a la camara de gas despues de esto entonces no tenia nada de fuhrer!! Qué momento cheeee!

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  10. Muy bueno! Hay muchos colegas, especialmente de la gran Urbe, viejos carcamanes que usan exactamente esa frase "es un gustazo, distinguido colega, poder gozar de su prestigiosa presencia" y otras similares.
    Pero no cabe duda que el trato con los letrados te marcó!! Un abrazo JaJa

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  11. Nooooooo JPP, ajajajajajaaaa!! Solo a vos te pasan estas cosas, y encima lo bardeas al pobre fuhrer que al final se parece mas al abuelito de Heidi que a Adolf!! Como me hiciste reir por favor... excelente!!

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  12. No tenes jeta JPP!! Me pasa aglo asi y me entierro 2 mts bajo tierra!! Una risa total el locutor, que manera de encarajinar todo por hacerse el vivo! jajajaaaja!!

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  13. En definitiva, fue una manera de tener presente al señor ausente...MUy bueno Juampi. Excelentes las referencias a la situación de aquellos que como vos decís, tiene un monoambiente en la Recoleta y la casa de fin de semana la tienen en el club de campo "El Paraíso".
    Abrazo grande.
    JMO

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  14. Che, en esa asociación tengo muchos conocidos eh! Les voy a mandar este post así se dan una idea de como los ven desde afuera! Y al fuhrer también creo que lo saqué asi que le voy a mandar tambien a él!!

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  15. se ve q esta vez a tu público le gustó el post, ya tenés más comentarios q con el anterior!

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  16. Anónimo 1: era un buen cuento para un asado hasta que lo escribí acá. Ahora cuando quiera empezar a contarlo me van a interrumpir al toque: “boludo, ya lo publicaste en el blog” y no sé de qué carajo vamos a hablar.

    MC: si pongo esa palabra voy a tardar más en escribir, porque una mano la voy a tener ocupada en otra cosa.

    Rocío: gracias prima, vas derecho a hacerte acreedora del premio a mi fan preferida.

    ABC: también me sale muy bien el asado, anotalo en la lista.

    Canalla: bienvenido de vuelta, ¿estuviste recluido por la situación de tu equipo?

    MB: la clave es ir regulando y sacando uno bueno cada tanto. Gracias por RE leer y RE enviar, te lo RE agradezco!

    TJ: épocas inolvidables!!

    Pili: fue un momento Rexona, a full, pero yo me agrando en las difíciles (siempre quise decir esta frase).

    Anónimo 2: era un fuhrer simpático, sólo era cuestión de tomarle el timing.

    JaJa: “viejos carcamanes”, me gustó, lástima que no lo conocía a la hora de escribir el post, lo habría usado!!

    123: era tal cual el abuelito de Heidi, bien ahí!! El fuhrer era pura fachada.

    Anónimo 3: el locutor ni se inmutó, siguió como si nada mientras el fuhrer parecía descomponerse al lado del estrado.

    JMO: casa de fin de semana en el club de campo, jajaja! Cómo no se me ocurrió antes?!!

    KKK: no me cierra lo de la triple K, porque en esa asociación –te lo puedo garantizar- no hay uno solo que simpatice con el pingüino.

    Anónimo 3: la gente es así, sólo comenta cuando le gusta (mejor que siga así).
    ..
    ..

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  17. Buenisimo!! Me acuerdo cuando me lo contaste. Para matarse!!! Buen relato. Abrazo. PP

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  18. Mortal! q momento!!!!!
    Sos tan acido jpp.... impresionante

    como que tu prima es tu fan favorita? me pongo celosa!

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