La rodilla teclea pero el lomo está una manteca


Un fondo negro tirando a azul, ideal para aplicar chroma key y poner la imagen que a cada uno le pinte. Ése es el marco donde la cara del Beto flota como dando semicírculos para un lado y para el otro.

El Beto sonríe bien amplio, a carcajadas, y deja ver hasta la última carie que adorna su tercer molar superior. Nunca lo vi tan feliz desde aquella vez que se golpeaba el pecho y sonreía a las cámaras por haber sido testigo privilegiado -y gran hacedor- de mi record prematuro de salto en alto.

Corro las manos que me tapan toda la cara y se hace la luz. La imagen del Beto se borra pero todavía escucho el eco de sus risotadas que suenan a revancha. El Beto está saldando esa cuenta pendiente que no sólo fue el desaire de aquella vez sino que ahora le sumó la humillación de saberse inmortalizado en este blog.

Ya sin Beto por ningún lado, hago foco y veo que unos quince tipos me rodean. Me miran con ceño fruncido y un gesto de empatía que acompañan con varias eses para adentro. Me agarro la rodilla y tanteo si está todo en su lugar, porque me duele como la gran puta. Por unos segundos, los flacos se calzan la bata blanca y empiezan a dar cátedra de cuáles tendrían que ser los próximos pasos para tratar la lesión. Lo dicen con tanta seguridad que casi que me convencen si no fuera porque me están tirando ocho consejos diferentes.

El médico llega como puede, arrastrando una bicicleta que a cada pedaleada se vuelve más y más pesada por las particularidades topográficas del terreno. La doctora Queen habría tardado menos en atravesar todo el Cañón del Colorado, pero es lo que hay. El médico salta de la bici en movimiento y corre a mi encuentro con el botiquín en una mano y el tenedor parrillero en la otra. Parece que las quejas por los precios del torneo obligaron a la organización a optimizar costos, y ahí lo tenemos al médico -un tipo que estudió como un condenado durante mil años- poniéndole chimichurri al choripán casi con la misma pasión que cuando aplica analgésico en zona inflamada.

Por las dudas le pido que deje el tenedor, porque en la volada capaz que se le cruzan los roles y me pincha la rodilla para que el líquido sinovial salte como grasa de salchichita. El tipo quiere dar perfil serio y hace como que no escucha mis comentarios que intentan ser jocosos pero que se pierden en el camino. Lo mismo pasó en mi lesión anterior, un par de años atrás. Cuando apareció el doc, mis compañeros de equipo le preguntaron si era veterinario. Lo decían por mí, no por él, porque sólo un veterinario podía curar a este burro. Pero el doc se lo tomó mal y devolvió la pared con ofensa y silencio.

El médico de ahora apoya el botiquín, se limpia un resto de salsita criolla que le chorrea de la manga y me pregunta cómo fue, qué pasó. Ni idea, pa, no registré el cuadro por cuadro del momento. Apenas si recuerdo la secuencia. Pelota dividida. Dos rivales a igual distancia. Uno de ellos que entierra las gambas unos diez centímetros por debajo del nivel del pasto y el otro que siente el impacto como si hubiera querido trabarle la bocha a un tronco centenario de ombú. Al primero apenas se le desacomoda el jopo y al segundo lo termina atendiendo un médico que tiene que apurarse para que no se le arrebate la bondiola.

En esos primeros minutos siento como si el Ogro Fabbiani me hubiera saltado sobre la rodilla. Tremendo. Pero el médico aplica no sé qué cosa y el dolor baja de golpe. Y me encuentro con que hay como demasiado circo para lo que parece ser una lesión más del montón. No queda otra que hacer un poco de teatro y exagerar un toque la cosa para estar a la altura de todo este quilombo que se armó. Salgo muy despacio apoyado en los hombros de dos rivales que lo único que quieren es tirarme a un costado de la cancha para poder seguir jugando.

Ya del lado de afuera, se me acerca el juez de línea y me pregunta que cómo viene la mano y le respondo sacudiendo la mano que ahí andamos, maso. El partido arranca de nuevo y el juez de línea me sigue dando lata con consejos tipo cuidate que cuando el cuerpo te habla tenés que escucharlo y otras huevadas por el estilo. El cachafaz le da la espalda al partido, se come un orsay grande como una casa y encima amenaza al cuatro con que lo va a hacer echar si vuelve a faltarle el respeto.

Termina el partido y voy derecho a agradecerle al médico porque el calmante hizo maravillas. Y para hacerla completa, le pido que le agregue jamón y queso al lomito que está una manteca.

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14 comentarios:

  1. Me siento honrado de sobremanera.
    Primero fui testigo presencial del relato y, segundo, tengo la dicha de ser el primero en comentar.
    Muy bueno el relato aunque, por razones obvias, no tan sorpresivo para mí. Ahora sí fue sorpresa la circunstancia confesada de la exageración...y pensar que todos los del rededor tratábamos de sostener tu pierna...
    Ahhh, por culpa tuya, mi bondiola estaba pasada!!

    JMO

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  2. Cuando escribis cualquier cosa que tenga que ver con el fuchibol sos brillante, te sale de adentro, cuida esa rodilla porque para seguir escribiendo tenes que seguir jugando!! no creo que sea lo mismo con la play!!

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  3. Un clasico lo de que todos somos expertos en curar lesiones, y se escucha cada pelotudez!!! jaja!!! buen relato!

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  4. nooo, para que lo confesaste???? la proxima que te tires al piso te van a tapar con diarios!!! Que risa el medico parrillero... no es tan grave que te pinche la rodilla.. peor seria otra cosa!

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  5. jajaja, muy buenoooo!!! el cachafaz sos vos que exageras la lesion y haces que al meidco se la pase el asado!!

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  6. aprende a trabar papá!!

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  7. Pero qué flojito JPP, como no me vas a poner la piernita fuerte para trabar!! cuál es el diagnóstico?? Te aconsejo pasarte del lomito a la bondiola, no te vas a arrepentir!

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  8. Los jueces de linea en esos torneos son una risa... aunque lo mismo deben pensar ellos de nosotros cuando nos ven jugar .....
    Me gusto la cronica y voy a chusmear las otras poruqe es la primera vez que entro.
    suerto y mejorate la rodilla!

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  9. Al menos te asistió el parrillero. Sabés hace cuanto espero que alguien me asista en ese equipo?

    Te hablé de Cintia???

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  10. Jpp!!!De diez... como siempre.
    Que bueno q puedas ponerle humor a un platillo tibial quebrado!!!!
    Suerte en la recuperacion.

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  11. Anonimo 4... quien es Cintia? que intriga....

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  12. Al anónimo (novio de Cintia), hay que decirle que habrán dejado de asistirte porque habrás desperdiciado muuuchasss...
    Se comenta también que mandaste un seudo sicario para lesionar a JPP porque no te bancás que alguien meta más goles que vos.
    Igual si seguís así...vas a tener que contratar varios sicarios mas...

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  13. "cuidate que cuando el cuerpo te habla tenes que escucharlo", que jugador el lineman!! Si el medico es tambien parrillero por que el lineman no puede ser tambien consejero??!!

    Gran relato Pluma y lamento la rodilla!!

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